miércoles, 28 de marzo de 2012

Reflexiones sobre la “crisis energética” a propósito de la discusión dirigida por María Eugenia Estenssoro en el Club del Petróleo

Artículo compartido por Pedro T. Kolari, ex Ejecutivo de Exxon.
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Diagnóstico. Todos los elementos que se mencionaron son ciertos pero me parece que el fenómeno central es que, en esta área (energía) como en otras, la Argentina como conjunto prioriza el consumo inmediato sobre la inversión necesaria. La energía generada, consumida o exportada se repone en medida insuficiente por una combinación de : a) por una lado precios congelados o reducidos, impuestos mantenidos o aumentados y costos laborales crecientes, todo lo cual reduce la generación de fondos disponibles; y b) la imprevisibilidad de ingresos futuros suficientes que reduce el incentivo para invertir la generación remanente. En realidad, esto ha sido la realidad argentina de los últimos cien años, con excepción de breves períodos (principios de los 60 y parte de los 90).
Respuesta. La solución es necesariamente difícil y lenta porque, aún con una reversión deliberada de algunos de estos factores, es indispensable el aporte de capitales externos al Gobierno, aún si éste asumiera directamente la gestión del sector a través de la nacionalización y la confianza y previsibilidad toman tiempo en desarrollarse. La dinámica del poder en la Argentina hace que una reversión importante de políticas sólo se produce a través de una crisis, necesariamente dolorosa en términos del consumo de las “clases populares” (las otras sólo perciben una merma de reservas).
Autoabastecimiento. Es un mito. El autoabastecimiento NO es un objetivo legítimo. El objetivo es la explotación racional de los recursos naturales. En la Argentina, a la luz de su geología y su historia, probablemente se debería traducir en algún nivel de exceso de producción sobre el consumo en lo que se refiere al petróleo. En el gas, depende del factor aleatorio de grandes hallazgos que se producen de tanto en tanto.  Por haber tomado el autoabastecimiento como objetivo fundamental, durante muchísimo tiempo se condenó irracionalmente al resto de la economía argentina a consumir petróleo nacional mucho más caro que el extranjero. En otros tiempos, se pretendió “conservar” recursos para un futuro hipotético cuando a lo mejor serán desplazados y condenados por nuevos recursos ahora imprevisibles. Eso sí, el consumo o exportación de recursos no renovables debería estar asociado siempre a la inversión de parte de los fondos generados en capacidad productiva ya sea en petróleo y gas o en cualquier otro sector, como pretenden hacer los países petroleros que prevén su eventual agotamiento.
Seguridad jurídica. La demanda de una nueva Ley que conlleve algún tipo de convenio federal de las provincias productoras parece lógica. Pero, nuevamente, no surtirá efecto sino a través de años de aplicación disciplinada. Para esos efectos, se podría sugerir alguna fórmula de precios que surja de una ecuación paramétrica que refleje precios internacionales pero con mecanismos de moderación de bruscos movimientos, como para prevenir la inevitable presión política frente a las fluctuaciones. 

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