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Diagnóstico.
Todos los elementos que se mencionaron son ciertos pero me parece que el
fenómeno central es que, en esta área (energía) como en otras, la Argentina
como conjunto prioriza el consumo inmediato sobre la inversión necesaria. La
energía generada, consumida o exportada se repone en medida insuficiente por
una combinación de : a) por una lado precios congelados o reducidos, impuestos
mantenidos o aumentados y costos laborales crecientes, todo lo cual reduce la
generación de fondos disponibles; y b) la imprevisibilidad de ingresos futuros
suficientes que reduce el incentivo para invertir la generación remanente. En
realidad, esto ha sido la realidad argentina de los últimos cien años, con
excepción de breves períodos (principios de los 60 y parte de los 90).
Respuesta. La
solución es necesariamente difícil y lenta porque, aún con una reversión
deliberada de algunos de estos factores, es indispensable el aporte de
capitales externos al Gobierno, aún si éste asumiera directamente la gestión
del sector a través de la nacionalización y la confianza y previsibilidad toman
tiempo en desarrollarse. La dinámica del poder en la Argentina hace que una
reversión importante de políticas sólo se produce a través de una crisis,
necesariamente dolorosa en términos del consumo de las “clases populares” (las
otras sólo perciben una merma de reservas).
Autoabastecimiento.
Es un mito. El autoabastecimiento NO es un objetivo legítimo. El objetivo es la
explotación racional de los recursos naturales. En la Argentina, a la luz de su
geología y su historia, probablemente se debería traducir en algún nivel de
exceso de producción sobre el consumo en lo que se refiere al petróleo. En el
gas, depende del factor aleatorio de grandes hallazgos que se producen de tanto
en tanto. Por haber tomado el
autoabastecimiento como objetivo fundamental, durante muchísimo tiempo se
condenó irracionalmente al resto de la economía argentina a consumir petróleo
nacional mucho más caro que el extranjero. En otros tiempos, se pretendió
“conservar” recursos para un futuro hipotético cuando a lo mejor serán
desplazados y condenados por nuevos recursos ahora imprevisibles. Eso sí, el
consumo o exportación de recursos no renovables debería estar asociado siempre
a la inversión de parte de los fondos generados en capacidad productiva ya sea
en petróleo y gas o en cualquier otro sector, como pretenden hacer los países
petroleros que prevén su eventual agotamiento.
Seguridad jurídica. La demanda de una nueva Ley
que conlleve algún tipo de convenio federal de las provincias productoras
parece lógica. Pero, nuevamente, no surtirá efecto sino a través de años de
aplicación disciplinada. Para esos efectos, se podría sugerir alguna fórmula de
precios que surja de una ecuación paramétrica que refleje precios
internacionales pero con mecanismos de moderación de bruscos movimientos, como
para prevenir la inevitable presión política frente a las fluctuaciones.